lunes, 12 de diciembre de 2011

El Mundo Pone Rumbo a un Histórico Pacto Climático

Tras unas agónicas y maratonianas negociaciones, el mundo puso hoy rumbo en Durban (Sudáfrica) a un nuevo e histórico pacto climático con el beneplácito de EEUU y China, los mayores contaminadores del planeta. La XVII Cumbre de la ONU sobre Cambio Climático (COP17), donde debería haber caído el telón oficialmente el pasado viernes, concluyó la pasada madrugada con un acuerdo alcanzado in extremis. La reunión de Durban, que arrancó el pasado 28 de noviembre, batió un récord al convertirse en la COP climática más larga de la historia, debido a las discrepancias entre las grandes potencias y la incapacidad de Sudáfrica, presidenta y anfitriona de la cumbre, para agilizar las negociaciones y tender puentes de entendimiento.

Los poderosos también se suman
Al final, EEUU y China, considerados casi siempre los "malos de la película" de la lucha contra el cambio climático, cedieron y se subieron al carro de los más de 190 países que aprobaron la Plataforma de Durban para la Acción Reforzada, pomposo nombre que recibe el conjunto de acuerdos logrados en la ciudad sudafricana. Ese paquete incluye un segundo periodo de compromiso del Protocolo de Kioto para reducir gases de efecto invernadero, que expira al final de 2012 y que ahora se prolongará hasta 2017 o 2020. Sin embargo, Rusia, Japón y Canadá no se han sumado al segundo periodo del único tratado legalmente vinculante de reducción de emisiones, que obliga sólo a los países industrializados, excepto EEUU, que en su día se negó a su ratificación.

La Plataforma también contiene el mecanismo que debe regir el Fondo Verde para el Clima (FVC), una bolsa de 100.000 millones de dólares anuales a partir de 2020 que aportarán los países ricos para ayudar a los países en desarrollo a financiar acciones para disminuir sus emisiones y atajar el impacto del cambio climático. Pero el acuerdo más significativo de Durban es una hoja de ruta para un nuevo acuerdo global que implica a todos los grandes emisores (tanto países desarrollados como emergentes), condición que exigía la Unión Europea (UE) para firmar una prórroga de Kioto. No extraña que el ministro británico de Energía y Clima, Chris Huhne, se apresurara a calificar el resultado de "gran éxito de la diplomacia europea", pues la UE ha conseguido "meter en la hoja de ruta a los grandes emisores, como EEUU, India y China".

Ese nuevo pacto debería ser adoptado en 2015 y entrar en vigor en 2020, aunque aplaza -para desazón de la UE- decisiones cruciales como el establecimiento exacto del marco legal y las obligaciones a las que se someterán los países que ratifiquen el texto definitivo. Con todo, el hecho de que Estados Unidos y China, responsables del 40 por ciento de las emisiones mundiales de gases contaminantes, aceptasen el paquete puede considerarse un paso adelante en la batalla por salvar el planeta, si se tiene en cuenta la intransigencia -EEUU, especialmente- con la que empezaron la COP17.

"Al final todo terminó bien", dijo el enviado especial de EEUU para Cambio Climático, Todd Stern, quien remarcó que Durban "es la pieza del rompecabezas que le faltaba al Protocolo de Kioto".

No obstante, la delegación china reprochó hoy en un comunicado a "los países desarrollados carecer de voluntad política para reducir emisiones", y advirtió de que la travesía hacia el nuevo régimen climático global será larga y complicada, pues la aplicación de los acuerdos de Durban "no se conseguirá a corto plazo". El caso es que nadie esperaba que ambas potencias dieran su brazo a torcer con la hoja de ruta: EEUU exigía "paridad legal" con China, y Pekín argumentaba que son los países ricos, los que más han contaminado hasta ahora, quienes deben asumir pactos vinculantes.

"El recurrente juego de ping pong de acusaciones entre EEUU y China ya no es aceptable y debe terminar", llegó a declarar en la cumbre el jefe de la delegación del Parlamento Europeo, Jo Leinen.

Pese a sus cesiones, Estados Unidos y China, acusados por la organizaciones ecologistas en Durban de obstruccionismo en las negociaciones, obtienen una salvaguarda de su interés común: no asumir compromisos jurídicamente vinculantes antes de 2020. Y retrasar medidas contundentes para reducir emisiones conlleva el riesgo de que el calentamiento de la Tierra supere los dos grados centígrados, límite que, una vez rebasado, podría tener -según los científicos- consecuencias catastróficas para la humanidad.

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